Sunday 10 April 2011

Viernes 08-04 * Hoorn, o "Las aventuras de Virgi en tren..."



Día fantástico. Pleno sol. Son las 9.15 y ME VOY A HOORN!!!!!

Esto extraje de una página de información:

Fundado en 1357, Hoorn se vio rápidamente convertida en una ciudad importante gracias a su activo puerto. Durante el siglo 'de oro' de Holanda, Hoorn era una base de origen importante para la compañía de las indias occidentales y un centro muy próspero de comercio. La flota de Hoorn manejó los siete mares y volvió cargado con las materias preciosas que allí encontraba. Las especias exóticas tales como pimienta, nuez moscada, clavo de olor y macis fueron vendidas con unos beneficios extensos. Con su habilidad para comerciar y el conocimiento del mar, los hijos de Hoorn llevaron el nombre de la ciudad lejos y de par en par. En 1616, el explorador Willem Corneliszoon Schouten salvando tormentas furiosas recorrió la parte situada más al sur de América. Él la nombró Kaap Hoorn (cuerno del cabo) en honor de su ciudad natal.

De modo que parece que “mi” Wilbert es heredero de don Willem Cornelius… Veremos qué tal el nietecito…

Bueno señores…, aquí estoy nuevamente… Ha sido un viaje sumamente excitante…

El día se presentó maravilloso. Sol desde la mañana temprano y no había forma de no tener ánimo de emprender el tour.

Hoorn queda a escasos 17 minutos de viaje en coche y por tren, como viajaría yo, son sólo dos estaciones desde Purmerend. Onno me llevó en coche hasta la estación y, luego de un montón de recomendaciones, me dejó en el andén. No se si no se habrá quedado por allí espiando si tomaba bien mi tren o no porque me parece que mucha confianza no me tiene… Además, como le dije que está en mis planes la idea de quedarme a vivir aquí y alquilar una ventanita en el “Red Light District” para ofrecer mis tejidos, quizás pensó que me escaparía para ese lado.

Llegué a Hoorn sin problemas, con el planito clarísimo impreso. Por las dudas (siempre dudo de mis interpretaciones) pregunté a un señor cuál era la calle que debía tomar. Seguí sus indicaciones y llegué al negocio.

Allí fui muy bien recibida y obtuve todo lo que iba a buscar: lo que había pedido, a los precios acordados y todo correcto. Más aun, como no me gustaba algo de lo encargado lo pude dejar sin ningún problema y hasta recibí un presente de parte de mi proveedor.

Wilbert, el dueño del negocio, me sugirió que fuera hasta el puerto para ver lo bonito que era, pero preferí caminar otro poco por esas calles tan particulares y sacar algunas fotos.

Esto es un bar bistró. Tan bonito con sus ventanales de alto. Se puede ver arriba el malacate para subir las cargas, utilizado antiguamente por los marinos para subir las mercaderías de acopio y posteriormente para subir muebles o cosas voluminosas.



Esta es una imagen de la calle peatonal, llena de negocios y con barcitos con mesitas en la calle. Al fondo, por supuesto, la iglesia con su campanario y reloj hermoso. Las calles son todas así, curvas y algunas terminan uniéndose un poco más adelante.



Y esto, naturalmente, es la imagen siempre presente en Holanda: estacionamiento de enorme cantidad de bicicletas.



Cuando decidí volver, como no entendía los carteles amarillos en la estación (clarísimos pero en Dutch), le pregunté a un empleado del ferrocarril cuál sería el próximo tren a Purmerend (yo tenía anotado que era a las 13.59 pero no anoté en qué andén se suponía que debía esperarlo). El señor me indicó el andén y hacia allí me dirigí luego de cruzar una barrera automática que funciona a la perfección.

De pronto apareció un precioso tren de dos pisos y lo único que pensé era que tenía que subir al vagón que tenía el número 2, porque el otro es de primera clase (indicaciones de Leti). De modo que allí me subí muy sorprendida de la belleza de ese tren, que ofrecía la opción de ir hacia arriba o hacia más abajo… Opté por la segunda opción y me senté muy contenta dispuesta a hacer las 2 estaciones que me separaban de Purmerend muy bien sentadita, en ese tren con mesitas y con asientos tan confortables…




Le avisé a Onno por teléfono que había tomado el tren de 12.50 y me dediqué a mirar por la ventana las vaquitas y ovejitas pastando.

Luego, mirando las fotos, Leti aseguró que esos asientos eran de primera clase…, pero bueno…, yo viajé muy contenta y disfruté mucho de ellos.

Pero de pronto me di cuenta de que algo raro sucedía porque pasamos una estación sin parar y me pareció que comenzaba a ver cosas que no recordaba… Me di cuenta de que el trayecto era demasiado largo… What to do? Me levanté y encaré a la primera persona con mi habitual “do you speak English”. La respuesta fue en un imposible de entender “yes”. Bueno, como pude traté de explicar que yo iba a Purmerend… La conclusión es que ese tren era rápido y no paraba hasta “lñkjñ lkdsjgñalkg”.

Cuando por fin el tren se dignó parar y me bajé..., estaba en una enorme estación donde no había nada que me orientara... Todo en holandés y súper complicado.

Los trenes son fantásticos, re-cómodos, re-puntuales, pero no se puede entender nada... Uno es como una cosa que está ahí, como un poste, sin que a nadie le llame la atención la cara de desesperación... Caminé para un lado y para el otro tratando de encontrar algún rostro amigable, pero todo el mundo andaba con su tableta en la mano mirando vaya uno a saber qué cosa y nadie parecía querer verme… hasta que encontré una chica con un poco de mejor cara a la que abordé con un "please, do you speak English?".

Por suerte hablaba (como casi todos). Le expliqué en mi angustiado y pobre inglés lo que me había sucedido. No me podía entender, entonces le pregunté si podía hablar con mi hijo por “mobile” y lo hizo con mucha amabilidad. Cuando pudo comprender hacia dónde quería ir me ayudó a llegar a la parte de arriba de la estación, que era más grande aun, y allí buscó en un cartel enorme donde figuran los horarios y los destinos de los diferentes trenes. Era una verdadera maraña...

Aquí es oportuno acotar que mientras íbamos caminando, mi guía me contó que “Yo estar a Buenos Aires 3 anios. Muy lindo”. Se me ocurrió pensar que mi inglés debe sonar del mismo modo en los oídos de quienes realmente lo hablan… Finalmente me dijo que yo debía que tomar el tren de 13.39 en el andén 9, pero que no me podía acompañar porque perdería su tren. Me indicó que tenía que salir de esa estación y caminar "hacia allá", buscando donde decía ".k,mfnñklfañlkfj 9" (andén 9).

Comencé a caminar, pero no veía el 9 por ningún lado... Juro que estaba completamente desesperada, porque por más que llamara a Onno..., ¿cómo le explicaba dónde estaba? En medio de un montón de calles que se entrecruzaban, con gente caminando para todos lados... Opté por preguntar: la primera persona a la que recurrí no hablaba inglés y cuando yo le decía "9" con mis manos, me hablaba de qué se yo qué cosa y me mandaba para atrás... Como yo sabía que para atrás no era, opté por otra persona: una pareja de chicas sentadas a una mesa de un barcito. Hablaban inglés, pero no podían entender qué era el "9" que yo mencionaba porque no se me ocurría cómo decir "andén"... De pronto, otro muchacho sentado más atrás me dijo "español?"... Si!!, le contesté, y por fin me indicó dónde estaba escondido el 9...

Buena caminata y dudas..., pero llegué finalmente a un andén que decía 9. ¿Y ahora? ¿cuál es el tren que se supone que pasa por el andén 9 y me lleva a casa?


En ese momento me llamó Leti, a quien Onno le había contado que había perdido a su suegra... Entonces, entre las dos pudimos revisar los carteles amarillos y descubrir que mi tren era el que había pasado delante mío y no me había animado a tomar por temor de volver a equivocarme...

El siguiente tren salía 30 minutos después de modo que me senté a esperar, dudando... Cuando era casi la hora anunciada le pregunté a la chica que estaba a mi lado si ella sabía si ése era el tren que me llevaría a Purmerend y me dijo que SI...

Es feo, pero muy feo estar perdido en un lugar tan lejano y con tantas dificultades para hacerse entender... Mi única ventaja es que yo pido ayuda, pero si nadie me entiende...

No comments:

Post a Comment